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Editorial: Una renuncia que debió ser

By on 1 marzo, 2022

Pocas personas tienen en esta vida el privilegio de que les creen un puesto de trabajo de manera deliberada; es decir, hecho en exclusiva para ellas. Un traje a la medida. En este caso el sastre fue el señor alcalde y la privilegiada Celeste Sepúlveda.

Ayer nos sorprendimos con la renuncia de la encargada de organizaciones comunitarias. En realidad, era una renuncia que debía darse; llevaba nueve meses al margen de la legalidad.

La situación se volvió insostenible a partir de la publicación en las redes sociales, (Facebook de Poder ciudadano), del sueldo y del doble contrato,  (uno AM y otro PM), de la hasta ayer funcionaria.  Es importante señalar que en este caso no está en discusión la calidad profesional, tampoco el carácter y menos el género de la señalada. El tema es que se faltó a la ley, pues tenía relación de consanguinidad con la concejala Quintana y que además se convirtió en pareja del actual edil.

El alcalde tiene todo el derecho a enamorarse y rehacer su vida. Eso no está en discusión. Sin embargo, lo que no puede hacer es faltar a las normas de probidad. Él no debió alargar este asunto. No debió involucrar a la profesional señalada en esta situación. Indudablemente ha sido un irresponsable legal y políticamente. Con su actuación ha dañado a su pareja y a la institución. Ha dañado a la Municipalidad. Y lo más grave ha dañado la confianza de los ciudadanos en la institución más importante de la comuna.

No es creíble la versión que da Celeste Sepúlveda en su carta de renuncia.

Nadie puede argumentar como disculpa que desconocía la ley. Hay que recordar el principio legal que señala que desde el momento en que una ley es publicada se da por sabida. Más increíble resulta que se intente tácitamente endosar la responsabilidad a la concejala Adriana Quintana. Tampoco corresponde que se le saquen en cara los  familiares que trabajan en la Municipalidad, ya que ella ha señalado que esa situación se consultó a Contraloría, a pesar de que la Contraloría con anterioridad señaló que no había incompatibilidad si los familiares ingresan antes que ella fuera escogida para su cargo.  La concejala solo ha intentado cumplir con el mandato legal de fiscalizar, función que de acuerdo al Contralor General de la República es la más importante de un concejal. Tampoco se puede olvidar -este es un punto fundamental- que la concejala tiene el respaldo que le dan los votos, es decir, que tiene una legitimidad que le otorgó la ciudadanía, a través, de un proceso plenamente democrático. Legitimidad de la cual carece Celeste Sepúlveda, a quien no respalda voto alguno. 

En última instancia la responsabilidad final de este impresentable asunto es de quien dirige la municipalidad, es decir, del señor alcalde. Un alcalde que desconoce la ley o que la interpreta de manera mañosa; buscando, casi siempre, justificar con charlatanería su incontrolable  arbitrariedad.

Loncoche no merece esto.

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