Frase del día: "Tratad a los demás como queréis que ellos os traten" Mateo 7,16. 12-14

El Túnel de Afquintúe en la comuna de Loncoche

By on 14 octubre, 2021

Por Gonzalo Véjar Paz, Antropólogo y Gestor Cultural

Cada vez que publico algo referido al Túnel de Afquintúe en la página de Facebook “Loncochense Tenaz e Incansable”, que tengo el gusto de administrar, emergen una serie de comentarios plagados de nostalgia, remembranzas y anécdotas que se niegan al olvido.

Este tipo de lugares icónicos alimentan nuestra identidad cultural local y el sentido de pertenecer a una misma comunidad y aunque no ha sido debidamente promocionado ni gestionado para recibir visitantes, con carencia de adecuadas señaléticas, por ejemplo, son varios los vecinos y vecinas de la comuna y de otras ciudades los que llegan hasta este túnel, para empaparse de las emociones que significa cruzarlo en plena oscuridad, escuchar el coro de pajarillos que acompaña este hermoso paseo y observar la flora y fauna allí existente.     

Algunas interrogantes que surgen al dialogar sobre él, es cómo se logró construir. Para intentar develar parte de este misterio, entrego un párrafo del libro “Loncoche, Antecedentes para una Historia”, de don Abraham Abara: “El Túnel fue ejecutado por dos grupos: uno desde Afquintúe y el otro desde Loncoche. Desde un comienzo, las cuadrillas se preguntaban cuál sería la primera en pasar al otro lado. El Jefe de la Obra, Ingeniero señor Juan Bustos, había prometido un premio para la que ganara. Ante tan feliz promesa, eran cada vez más fuertes los golpes que le daban a la dura tierra. A mediados de 1904, la cuadrilla del norte trabajó firme durante todo el día para lograr su propósito. Desde temprano los picos y palas se movían con rapidez, hasta que, promediada la tarde, ya se podían oír de un lado al otro las voces y los golpes de las herramientas; por fin, Mariano Huenuante, obrero de la cuadrilla de Afquintúe, dio el último picotazo dejando un boque abierto por donde de inmediato pasó y tras él el resto de los compañeros, para abrazarse en medio de la alegría con la otra cuadrilla, que recibieron también alborozados el triunfo de sus contendores. El rostro sucio de Huenuante se lavó con sus lágrimas de alegría”.

De manera casi obligada se vuelve una y otra vez a la labor de don Abraham, y si bien existen pasajes de su obra que hay que reinterpretar y entregar otras miradas y visiones, sin una facilista aquiescencia, se tratan de antecedentes que aportan a informarnos sobre algunos hitos y procesos históricos locales.

Mientras nos vamos transformando en pirquineros de la memoria e historia local, regresamos al Túnel de Afquintúe, siguiendo el rastro y huella de los antiguos, empapándonos de su perseverancia y tenacidad, recibiendo presurosos la caricia de los vientos del sur, mientras los nuestros toman la mano y enfrentamos la negrura, la que al comienzo intimida, pero luego se transforma en adrenalina y curiosidad, hasta ver nuevamente el claror y con ello, el rostro sonriente de quienes amamos.

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