Morin Gómez Valenzuela: Una comunidad que agradece y reconoce, es una comunidad que fortalece su identidad y memoria
Por Marco Silva Cornejo, Académico de Universidades Regionales
Pocas veces es posible coincidir en el desarrollo de la biografía existida, con personas que durante toda la vida hayan desarrollado una actividad de servicio de manera congruente, flexible y con un profundo de sentido de vocación y cariño en la construcción de los cotidianos compartidos con la comunidad. Es por esta y otras tantas innumerables razones que me parece pertinente hacer un alto y reconocer; A la Mujer, educadora, madre y colega Morin Gomes Valenzuela.
Nos conocimos al inicio de este nuevo turbulento milenio, la recuerdo siempre articulando espacios y recursos para poner al servicio de las necesidades de sus estudiantes y su comunidad de trabajo, luego compartimos algunos años como parte de ese maravillo equipo con vocación incansable de generar cambios y aprendizajes desde la educación personalizada. Siempre dispuesta a avanzar y aprender para servir. Aun puedo ver el brillo de sus ojos atentos cuando en una reunión formativa descubrió la profundidad de una máxima Vigoskiana que plantea que “el aprendizaje guía al desarrollo”. Sin duda desde ahí se forjo una complicidad que releva el rol de las parentalidades sociales en la producción de aprendizajes y buenos tratos como materia prima en el desarrollo de los procesos educativos.
Seguramente somos miles los y las loncochenses, que a lo largo de sus años de servicio, cruzaron sus vidas con ella, en los anchos pasillos y patios habitados de risas y juegos del imponente edificio que impregnó con su carisma y entrega. En alguna medida todos y todas quienes hemos compartido espacios de formación, trabajo o vida social estamos habitados por un pedacito de su existir generoso, a veces riguroso pero por sobre todo gentil.
A pocos días del justo retiro de su rol de Inspectora de la escuela Santa Cruz, creo relevante agradecer y reconocer en ella a todos y todas los que hacen de su existencia en el tiempo de la vida, un gesto comprometido de servicio y formación para las y los otros, más aun cuando este servicio se concreta desde la tarea del educar en la integralidad de los aprendizajes, la espiritualidad y los valores. A modo de cierre, solo expresar con profunda humildad y cariño en este texto, el abrazo cariñoso y agradecido que estoy seguro representa el sentir de una comunidad entera que te agradece y reconoce querida Morin Gómez Valenzuela.
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