Frase del día: "Tratad a los demás como queréis que ellos os traten" Mateo 7,16. 12-14

Opinión: Interrumpido por murciélagos

By on 30 agosto, 2022

A.F.V.C

Día a día nos enfrentamos a múltiples problemas, algunos los resolvemos, otros se olvidan, más de alguno desaparece y al volver a casa damos un suspiro, nos sentamos en el sillón y agradecemos que se haya esfumado. Las Escuelas y Liceos tienden a funcionar por inercia; por procedimientos ya establecidos, memorizados, por rutinas que se vuelven tradicionales. Cuando los tiempos son “normales” con la burocracia y la inercia es suficiente. Cuando el tiempo corre el manual de la inercia y la burocracia se vuelve inútil. Cuando bajo la alfombra se acumula mucho polvo hasta el más mínimo movimiento hace que la basura se comience a ver. Así, a tiempos calmos y de paso lento le viene la burocracia y la rutina; a tiempos de trote le viene un poco de innovación; y a tiempos acelerados la adaptación y la amplitud.

Las instituciones escolares chilenas en general no dan el ancho, son incapaces de correr, algunas ni siquiera pueden trotar. Es increíble; casi todas se organizan igual, casi todas hacen lo mismo. Hay horarios iguales, recreos iguales, asignaturas iguales, sillas iguales, salas iguales, burocracias y trámites iguales. Son instituciones hechas para tiempos lentos y cansinos; dirigidas por burócratas soporíferos. Si lograran ciertos objetivos, no estaría mal. No obstante, cuántos estudiantes salen leyendo y hablando otra lengua, cuántos pueden redactar una plana con coherencia; la verdad, pocos. La responsabilidad de esto es lanzada como una hilera de fardos sobre los profesores. Profesores maltratados, ninguneados y denigrados. A los profesores se les ha negado una buena formación, se les explota con horarios imposibles y se les bombardea con correos de burocracia infinita, nada pareciera ser para mañana, todo para hoy.  Se nos piden resultados a la altura de los grandes liceos franceses, sin embargo, a la vez se nos niegan y escatiman las condiciones para alcanzarlos.

Hoy, el tiempo corre, se acelera; vuela, como diría Octavio Paz es un montón de agua que se escabulle entre los dedos. La burocracia se ha vuelto un invento para controlar, para detener a todo aquel que tenga la ocurrencia de tomarse las cosas en serio. Todos los planes que se puedan presentar duermen en un cajón o yacen bajo una inmensa ruma de papeles que nadie lee ni leerá jamás. Estos tiempos acelerados nos exigen oponer a la burocracia la adaptación y a la inercia la amplitud. La adaptación implica reconocer que las respuestas ya conocidas y aplicadas no sirven, o bien, que quedaron obsoletas. En el caso de las instituciones escolares ello implica rediseñarlas para que estén a la altura del desafío. La amplitud conlleva una mirada hacia el horizonte, una pasión por muchos campos del saber. En la institución escolar la amplitud implica quedarse con la buena tradición, la tradición de erguirse sobre hombros de gigantes (nanos gigantum humeris incidentes), como diría Newton “Si he visto más lejos, es poniéndome sobre los hombros de Gigantes”. Cuántos directivos saben que su desafío fue definido hace más de 700 años por Dante cuando dijo que educar es enseñar día a día como hacerse eterno.

Mientras termino estas líneas me interrumpen comentándome que un Liceo se cierra por presencia de Murciélagos.  Entre la adaptación y la amplitud me pregunto ¿si no se es capaz de resolver un problema simple, casi un mero problema burocrático; qué se puede esperar para un asunto de múltiples y enredadas variables? Mejor me quedo pensando en los versos de Dante y en cómo alcanzar la amplitud y la adaptación en nuestras instituciones escolares. Mientras, otros siguen apaleando murciélagos en el Liceo.

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