Pinceladas de Formación Ciudadana Capítulo 58: Reflexión Histórica en torno a la Crisis Moral de la República
Profesor Ricardo Vejar Cortés
En el proceso de recreación histórica atinente a la evolución constitucional de Chile, contenidos jurídico-políticos considerados necesarios para conocer, comprender y evaluar del trabajo de la actual Convención Constituyente, emerge el “Discurso sobre la crisis moral de la República”, pronunciado por Enrique Mac-Iver (*), en el Ateneo de Santiago el 1° de agosto de 1900, del cual se transcribe textualmente lo siguiente:
“En mi concepto, no son pocos los factores que han conducido al país al estado en que se encuentra; pero sobre todos me parece que predomina uno hacia el que quiero llamar la atención y que es probablemente el que menos se ve y el que más labora, el que menos escapa a la voluntad y el más difícil de suprimir. Me refiero ¿por qué no decirlo bien alto? A nuestra falta de moralidad pública; si, la falta de moralidad pública que otros podrían llamar la inmoralidad pública.
Mi propósito no es otro que el de señalar un mal gravísimo de nuestra situación, que participa más de la naturaleza de mal social que de mal político, con el objeto de provocar un estudio acerca de sus causas y sus remedios, y para el fin de corregirlo en bien de todos y no en beneficio de individuos, bandos o partidos.
Quienes son los responsables de la existencia de ese mal, no sé; ni me importa saberlo; expongo y no acuso, busco enmiendas y no culpas. La historia juzgará y su fallo ha de decir si la responsabilidad por la lamentable situación a que ha llegado el país es de algunos o de todos, resultado de errores y de faltas, o de hechos que no caen bajo el dominio y la previsión de los hombres.
Quería decir también que la moralidad pública de que hablo no es esa moralidad que se realiza con no apropiarse indebidamente los dineros nacionales, con no robar al Fisco, con no cometer raterías, perdóneseme la palabra. Tal moralidad, que llamaré subalterna, depende de otra más alta moralidad, y sus quebrantos los sancionan los jueces ordinarios y no la decadencia nacional y la historia.
Hablo de la moralidad que consiste en el cumplimiento de su deber y de sus obligaciones por los poderes públicos y los magistrados, en el leal y completo desempeño de la función que les atribuye la carta fundamental y las leyes, en el ejercicio de los cargos y empleos, teniendo en vista el bien general y no intereses y fines de otro género.
Hablo de la moralidad que da eficacia y vigor a la función del estado y sin la cual ésta se perturba y se anula hasta el punto de engendrar el despotismo y la anarquía y como consecuencia ineludible, la opresión y el despotismo, todo en daño del bienestar común, del orden público y del adelanto nacional.
Es esa moralidad, esa alta moralidad, hija de la educación intelectual y hermana del patriotismo, elemento primero del desarrollo social y del progreso de los pueblos…”
*Enrique Mac-Iver, 1844- 1922, abogado, militante del Partido Radical, Ministro de Estado, Diputado y Senador de la República.
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