Un réquiem de algodones para Mario y su mirada generosa ofrendada al mundo
Marco Silva Cornejo
Lloran golosinas en el invisible mar de Loncoche, lloran la partida de uno de los más gentiles, generosa su mirada que tantas veces apadrino de dulces y colaciones las actividades que impulsamos para los niños y niñas más pobres de este pueblo.
Todos y todas fuimos tocados por su mirada de tranquilidad cancina que nos preguntaba amable por nuestras rutinas diarias fueran estas laborales o personales. La solidaridad como emblema de un hombre que sin pretensiones ni afanes de grandeza dio dulzor y ternuras a nuestras existencias.
El sabor amargo de su partida contrasta con las experiencias de dulzor sereno que habitan la memoria compartida de todos y todas quienes traspasamos los cristales de ese espejo de helados, galletas y confites que acompañaron fiestas y antojos entusiastas para el frio del invierno o sudor inexpugnable de los veranos al ritmo de su máquina de helados.
Mario nos duele profundo en la partida, su vida entera es la síntesis misma de la comunidad y su sentido. Su legado es la gentileza y la sonrisa amable, la mirada comprensiva, la solidaridad con los cachorros mas pobres de esta manada tenaz que incansable.
Nubes de chocolate y fresa en tu despedida, con globos y la gratitud eterna de una comunidad que te ama y llora tu partida.
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