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Jugar en la naturaleza mejora el equilibrio, la velocidad y la agilidad de los niños

By on 4 noviembre, 2016

La «nave espacial» se convirtió en un punto de reunión. Los niños la habían bautizado así y podían pasar mucho rato jugando en ella.

Pero en la foto que muestra la doctora noruega Ingunn Fjørtoft, experta en actividad física y desarrollo motor infantil, en el seminario internacional «Reconectando niños y niñas con la naturaleza», realizado ayer, no se ve ninguna nave espacial. Solo el suelo de tierra, algunas ramas secas, un árbol y una loma pequeña. La nave estaba en la activa imaginación de los niños que jugaban al aire libre.

Nada raro. Todos los panelistas del seminario organizado por la Universidad Católica, las fundaciones Cosmos e Ilumina, Ecoplan, entre otras, apuntaban a lo mismo: los beneficios de jugar en el exterior.

«El último informe del Instituto Europeo para la Política Ambiental detalla cada uno de los beneficios que hay al estar en contacto con la naturaleza», dijo Diego Urrejola, director ejecutivo de la Fundación Cosmos.

Aumentar la creatividad, mejorar el enfoque y la atención, tener un mejor control de impulsos, aumentar la cantidad de vitamina D, hacer más actividad física y mejorar el desarrollo motor son solo algunos de ellos.

Exploradores

Para medir cómo mejora específicamente el desarrollo motor, Fjørtoft analizó a niños de entre cinco y siete años. En el momento de jugar, 46 de ellos debían hacerlo al aire libre, en el bosque que estaba en la parte de atrás de su jardín infantil. Veintinueve, en cambio, jugaban normalmente tanto dentro del establecimiento como en el patio establecido. Fueron los miembros del primer grupo los que encontraron la «nave espacial» en la mitad del bosque.

Luego de nueve meses, Fjørtoft pudo ver que los 46 niños del primer grupo habían subido más que los otros en todos los parámetros analizados, salvo en flexibilidad. «Eso se puede explicar porque a esa edad son todos muy flexibles», dice la especialista.

Tanto en equilibro, velocidad, potencia, resistencia aeróbica y agilidad, los niños que jugaron en la naturaleza tenían más avances que sus pares.

«La Organización Mundial de la Salud recomienda que los niños de cinco a 17 años tengan al menos 60 minutos de actividad física moderada o vigorosa al día, esto quiere decir que transpiren un poco, que tengan la respiración agitada o que aumenten el pulso», agrega Fjørtoft.

Según sus mediciones, los niños que fueron a jugar al bosque también eran más activos que los otros y con mucho mayor facilidad llegaban a la hora de actividad física.

Un dato importante para Chile, donde seis de cada 10 menores de edad tienen sobrepeso u obesidad.

Pero el estado físico no es todo. Según Daniela Casanello, directora de Ecoplan, oficina especializada en jardines naturales para niños, para cuidar la naturaleza en la adultez es básico estar en contacto con ella desde la infancia. «Les enseñamos en salas de clases cerradas cómo cuidar el medio ambiente. ¿Pero cómo van a cuidar la Tierra antes de que la conozcan y la amen?». Según explica, la experiencia directa con la tierra, el viento, el agua, los bichos y animales es clave para tomar conciencia del entorno.

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EL MERCURIO POR AMALIA TORRES

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